El Silencio del Recuerdo
Una tragedia inesperada y todos se estremecen. La sirena de ambulancia, bomberos y policía, se convierten en la música de fondo que acompaña el dolor en el pecho, ante la falta de aire, la tristeza y el desasosiego. Todo aquel que no conocía lo que es hincar rodillas en busca de la misericordia de Dios, hoy puede recordar que existe un ser supremo en el Cielo; y que sólo somos una minúscula parte de su creación infinita. Tan sólo somos parte de un rompecabezas que va formando una historia. Una historia que promueve la evolución existencial de nuestra esencia, mientras experimentamos la vida como humanos en este mundo terrenal.
El mundo terrenal es el escenario de un gran teatro. Diferentes países, costumbres, razas y lenguajes, le dan vida a esa amalgama de tonalidades que proyectan las diferentes escenografías. Somos nosotros los personajes del plan maestro y estamos aquí, sobreviviendo en un lugar donde el amor y la maldad se entremezclan y van confundiendo a quienes están dormidos. Tu personaje es equivalente a lo que, en mayoría, prevalece como esencia de tu luz interna. El libre albedrío otorga licencia para escoger las características de tu personaje dentro de ese gran rompecabezas. Cual si fuésemos personajes dentro de un cuento de hadas, las personas que viven con Amor, personifican a la Caperucita Roja del cuento; y aquel Lobo Feroz, es el equivalente al odio, la envidia, la hipocrecía, la crueldad, la avaricia, la lujúria, la mentira y la terquedad. La verdadera prueba de fuego, es sobrevivir rodeados de la maldad sin desvanecer la esencia de nuestra luz interna. El reto de vida en este mundo terrenal, compete a reconocer lo que es el Amor y adoptar un estilo de vida basado en el Amor al prójimo. El pase que asegura vivir eternamente en un mundo de Amor, se otorga a quienes logran encontrar su misión de Amor dentro del rompecabezas del que somos parte en esta creación infinita.
Sólo quienes genuinamente aprenden de los momentos difíciles, llegan a reconocer el verdadero propósito de vida. Creando una transformación en la manera de pensar y definiendo una nueva filosofía de vida. Es entonces cuando pasamos a redefinir las prioridades, adoptando así, esa nueva realidad basada en las vivencias. Es ahora cuando vamos despertando del adormecimiento por dolor y vamos sintiendo alegrías y penas. Hoy podemos ver y tocar, mientras sentimos en nuestro corazón el poder del Amor. Ese Amor que fortalece y ayuda en el proceso de re-diseñar y escoger el tipo de vivencias existenciales que puedan seguir nutriendo de Amor nuestra luz interna. Para quienes preservan las características del Lobo Feroz, continuarán vivencias donde abundan los lugares fríos y es allí donde solo encontrarán a los dormidos.
Vivir es reconocer, hablar, aprender y compartir, para liberar nuestra esencia de luz de manera libre y constante. El Silencio del Recuerdo es recordar el dolor con Amor, aunque nos deje sin aire, aunque duela el duelo. Sólo podemos regocijarnos en aceptar la nueva realidad y saber que aquél dolor punzante nos ayudó a despertar aún más. Reconocer que el Amor nos regala Vida y nos inspira a diseñar esa misión que traemos con nuestra luz interna. Durante el duelo, le damos Gracias a Dios por el dolor vivido, por la fuerza para levantarnos por Amor, por la misericordia ante la desesperación y por las lágrimas derramadas que nos ayudaron a crecer espiritualmente aún más. Sobre todas las cosas, por permitirnos ver esa dimensión existencial dentro de un propósito de crecimiento en el mundo terrenal.
Reconocer que sólo somos parte de un gran escenario, es reconocer que nuestro personaje dentro de la historia, tiene un tiempo determinado. Es reconocer que nuestro personaje puede cambiar de un momento a otro y en ocasiones hay pausas repentinas en medio de cada una de las apariciones de tu personaje. Hay maquillajes, vestuarios y diferentes personas que proyectar; todo depende del director de la obra, todo depende del personaje que te corresponda. Todo depende de tu esencia de luz interna.
Todo está escrito, vive el proceso.
Con Amor,
Carol Kohn